En Poemas del pinar Fernández Shaw profundiza la senda trazada por Poesía de la sierra: si en el libro citado los paisajes eran tema continuo, pero siempre enlazados al sentimiento de quien les cantaba, en este otro los pinos tienen voz propia. El aroma de sus efluvios y el arrullo que producen sus copas son solo dos de las múltiples expresiones de su realidad rica y viva. Encarados de esa manera, los árboles que se agarran a la montaña muestran para el poeta una faceta de la divinidad patente en la naturaleza.-