Me encuentro y me pierdo en los cuentos de Viridiana; al leerlos siento que ella nos presta, a nosotras mujeres, su potente voz. Una voz capaz de decir con humor lo que importa, de contarnos del vacío, de la soledad… la misma voz que nos relata la cartografía de un desamor mientras uno de sus personajes hace la relación de los objetos que olvidó en una casa que ya no es la suya. Viridiana nos presta su voz para hablarle a quien escuche de nuestros miedos, pero también para invitarnos a descongelar los perdones, a quitar el óxido a los tequieros, a desanudar las ilusiones, a ser mujeres fuertes, capaces de ser sustantivos en un mundo que nos ha preferido adjetivos.