Luna se sabía diferente, con sus ojos rasgados y su brillante pelo negro.
...sabes que no tardarán en dejarme libre, espérame. Os echo mucho de menos.
La noche que cayó el muro yo estaba lejos de mi ciudad, el lugar en que había nacido.
La luz de un potente foco cegaba los ojos de Víctor mientras alguien estiraba de su cabeza hacia atrás.
Mariela, muy apurada, se dirige a lo más alto del acantilado sobre la playa. No tiene mucho tiempo.
Julia no pudo tener peor inicio en el internado del que había sido nombrada directora.
Necesitaba descansar. Karen llevaba más de cinco horas conduciendo y solo había parado una vez para repostar.
Esta noche tenía ante mí una fantástica y redonda manzana roja con una piel brillante y perfecta.