La naturaleza se presenta como un tema marginal e incluso antitético al movimiento modernista, asociado con las ciudades y los productos manufacturados. Sin embargo, este volumen propone que la problemática de la naturaleza se halla en el centro mismo de las reflexiones estéticas modernistas.
Para demostrar la importancia de este tema dentro del canon modernista, se analiza la obra de autores emblemáticos como José Martí, Rubén Darío, Leopoldo Lugones y Horacio Quiroga. El modernismo latinoamericano muestra que la naturaleza puede ser intervenida, modificada por el hombre y, por ello, deja de ser ese espacio puro, inaccesible e indomable que postulaba el Romanticismo. Una de las figuras que ilustra mejor esta idea es el jardín, artificial y natural al mismo tiempo, producto del cuidado y la destreza del jardinero, pero también obra de la naturaleza, una imagen también del cosmopolitismo modernista, ya que el jardín reúne plantas de distintas partes del orbe y que por tanto nunca estarían juntas en el ámbito natural. Todas estas cuestiones se exponen en este libro que, en sus cinco capítulos, repasa otros tantos modos distintos de mostrar la relativización entre lo natural y los artificial, y el modo en que el modernismo reformula categorías propias de la estética romántica, como es el caso de lo sublime.