El Duque de Montenegro, joven, recientemente viudo, se reencuentra con la alocada vida parisina que tanto le gustaba antes de su matrimonio. Mientras tanto Agueda, la nodriza de su pequeña hija, sí tiene presente en el recuerdo a la madre de la criatura. Aparece entonces la figura de Fedora, princesa rusa. Dos niñas, Cristina y Diana, se criarán como hermanas.Si se cae en "la primera falta" –parece decirle a las mujeres de su tiempo María del Pilar Sinués– ya no se podrá evitar el reguero de destrucción y autodestrucción que viene con ella; acaso será posible redimirse en el encuentro de almas que sepan perdonar.-