Singapur, Nueva York, Pekín, Madrid y otros muchos lugares del mundo inspiran estas más de cincuenta historias en las que cada texto es la respuesta a una pregunta visual. El resultado es Dibugrafías, un claro ejemplo de la llamada "escritura en movimiento" —crear allí donde se tercie, desprendiéndose de la trascendencia del "sentarse a escribir "—, así como un escenario ideal para personajes tan enigmáticos como la mujer de los números, el hombre sin cabeza o míster No.