Érase una vez el pequeño Teddy, un osito de peluche al que le dolían las cuatro patas de tanto caminar. Si, las cuatro patas, porque no quería andar simplemente con dos patas. El prefería andar con cuatro patas, pero ahora le dolían, y no era agradable. Él pensaba: "tengo que hacer algo, porque no me gusta cuando me duelen las patas al jugar en el prado y en el bosque". Él prefería jugar todo el día, desde la mañana hasta el atardecer. Y nunca tenía suficiente con eso. Cuando pasaba por una zapatería, veía en el escaparate muchos, muchos zapatos, y pensaba: "¡quiero tener unos zapatos como estos!" Él se quedaba frente a la tienda y no paraba de mirar los diferentes colores tan bonitos.