El propósito de El páramo reformista es entender qué nos hace resistentes al cambio. Si asumimos esta dificultad, quizás comprendamos por qué toda reforma debe ser sostenida y evaluada de manera permanente. Antes de creer en una transformación súbita y radical o pensar que solo se trata de reemplazar a quienes gobiernan, el autor busca convencernos de que este proceso es un camino cuesta arriba, en el cual es mucho más fácil fracasar que tener éxito. Este diagnóstico pesimista no es un llamado al cinismo o al quietismo, todo lo contrario: quiere contribuir con la construcción de una demanda ciudadana por reformas, darle urgencia y realismo a este reto.