Es marzo de 2020, ya desatada la pandemia global, y Mauricio Macri advierte sobre un peligro aún más dramático que el coronavirus: el populismo. Este es, para el líder de Juntos por el Cambio, el obstáculo que nos impide adueñarnos del futuro. La apelación impugna el pasado y sin embargo hunde raíces en un linaje que puede rastrearse hasta los orígenes mismos de la nación: la idea de que la Argentina está fundada sobre un mundo plebeyo amenazante y la promesa de defendernos de esa amenaza.
Gauchos-compadritos-cabecitas negras-choriplaneros han encarnado sucesivamente la fuerza irracional, la barbarie que era necesario encauzar y contener para acceder a aquel futuro moderno y próspero. Breve historia del antipopulismo es la historia de cómo las élites pudieron (o no) procesar la llegada de las masas a la vida política argentina, de la forma en que imaginaron qué era el pueblo y cuál su lugar en la nación. Esta imaginería es variada y define un paisaje complejo en el que no hay uno sino muchos antipopulismos: conservadores que anhelan la gloria perdida, liberales que sueñan con una economía de progreso, demócratas guardianes de la institucionalidad, socialistas y marxistas que reniegan de la alianza de clases, nacionalistas católicos.
Los dispositivos que el siglo XIX supo convertir en precarios equilibrios colapsaron profunda y definitivamente con la emergencia del radicalismo y, sobre todo, con el ascenso de Perón. El populismo había irrumpido en la Argentina. Desde entonces, los intentos por contener la acción colectiva y las demandas sociales derivaron en formas que apelaron cada vez más a la violencia material y simbólica. La pormenorizada cronología y una aguda lectura política hacen de este recorrido un trabajo único y revelador del hilo conductor del antipopulismo.
Con una escritura precisa y conmovedora, Ernesto Semán narra doscientos años de representaciones de los sectores populares en el punto justo de encuentro entre la sociedad y la política. Más o menos programática, cíclicamente desbordada, a menudo violenta, la historia del antipopulismo es, ciertamente, una historia argentina.