La nueva organización de la producción internacional, al desencadenar las fuerzas productivas internacionales, ha iniciado el crepúsculo de los dioses del capital financiero internacional. A comienzos de su campaña por todo el globo, se refocilaba aún con fantasías de omnipotencia y sueños de eternidad. Hoy en día, es la resaca general lo que domina el escenario: la propensión a la crisis del orden social resulta ser irreversible.
Sin embargo, en el horizonte ya se atisba un nuevo cambio de época; la aurora de la revolución socialista internacional se hace visible. Pero el viejo dominio no cederá voluntariamente, incluso cuando arrastre a toda la humanidad a la barbarie capitalista.
La decisión a favor de la revolución internacional deben tomarla los mismos obreros y masas populares. Ayudarles en esa decisión y despejar conjuntamente con ellos todos los obstáculos del camino para que puedan llevar a efecto su misión histórica: allí se resumen, hoy en día, las tareas de los marxistasleninistas de todo el mundo.