<p>Aitor nunca se ha sentido amado, ni por su mujer, recientemente fallecida, ni por sus dos hijos, que muy a menudo le tratan de forma condescendiente o como si fuese un mueble viejo. Con setenta años a sus espaldas y puesto que no encuentra motivos para seguir viviendo, prepara un ritual de suicidio indoloro en la cocina de su vivienda cuando una mujer interrumpe su viaje hacia el otro lado.</p> <p>Remedios también se siente inservible y también se ha quedado viuda, pero su incipiente demencia senil la ha instalado en otra dimensión, en otro lugar desde el que sentir y percibir las cosas.</p> <p>Aitor y Remedios se enamoran perdidamente, como los dos adolescentes que les hubiera gustado ser. Lejos de respetar el libre albedrío de sus respectivos padres, Juan, Estrella y Enrique dan rienda suelta a toda la frustración vital que han heredado de ellos.</p>