En 1860, el Imperio otomano dominaba todo el Mediterráneo oriental, desde Túnez hasta Bosnia. Los pueblos musulmanes y cristianos de uno y otro lado del Bósforo convivían bajo un mismo e insostenible poder, que pronto llegaría a su fin.
Una mañana de ese año, Hanna Yaqub, un joven cristiano vendedor de huevos de Beirut, se despide de su esposa y de su hija, para salir a recorrer la ciudad con su cesta. Pero esta vez las callejuelas que desembocan en el puerto lo conducen a un destino que no podría haber sospechado. Hanna es apresado por soldados y encerrado en las tripas de un barco junto a un grupo de hermanos drusos para ser llevado a los Balcanes, donde iniciará un peregrinar infinito por las prisiones del imperio. En este viaje, Hanna comineza a asimilar su nueva identidad, a convertirse en un druso, en un hermano más, a través de la extraña comunión que surge de compartir un mismo sufrimiento.
Con una prosa evocadora, limpia y rotunda, Rabee Jaber nos arroja al fuerte contraste entre la oscuridad y la luz, entre la vida y la muerte; en definitiva, a la fatalidad a la que puede estar sometido el ser humano. Pero es también un relato de la supervivencia a través de la hermandad entre hombres de distintas lenguas y religiones que logra sacar la belleza incluso de las situaciones más dolorosas.