En la zona dilatada donde confluyen narrativas disímiles de vida despuntan hoy las ficciones de verdad. Las autoficciones son al mismo tiempo "verdaderas ficciones" y "ficciones verdaderas", escrituras autobiográficas anfibias que se novelizan reactualizando la antigua indistinción cervantina entre la literatura y la vida. El autor que urde narrativas de vida a partir de rastros inciertos de lo real opera bajo el efecto de la fiebre de archivo. Su ímpetu de (re)organización de documentos, archivos históricos o personales, citas propias y ajenas, reflexiones personales o recuerdos, es sintomático de un apego a la bios que rebasa la vida propia.
Tras una serie de reflexiones panorámicas, en diálogo intermitente con el arte visual, Ficciones de verdad se enfoca en la producción de Jorge Semprún, Enrique Vila-Matas, Marta Sanz y Javier Marías. En la era del retoque digital, sus autoficciones dislocan el pensamiento de archivo probatorio que se irradiaría, a partir de la invención de la fotografía, más allá de las artes. Rompen el sueño del realismo, "congelar" instantes de vida de modo exacto, detallado. Desde distintos ángulos, con diversas intensidades, las autoficciones cumplen la función de despertar al lector, atizar su sospecha sobre lo real en un presente compartido de presunta posverdad.