La poesía es una urgencia. Quizás la peor de todas. Cuando el tintero hierve, cuando la sangre quema, la poesía brota por los poros. Pero el poeta es el más valiente de los enfermos. No basta con transpirar versos. Para desnudar el alma hay que abrirse el pecho.
Pablo es un poeta de verdad, de los pocos que conozco. En sus poemas el rigor métrico, los libros de caballerías, los clásicos y la mitología no son un vestido pasado de moda. Son una manera de ver la vida, tan intempestiva como verdadera; el fruto de una convicción quijotesca, valiente, utópica e inevitable. Desde su España de huesos o desde nuestro jardín de rosas, sin pétalos ni espinas, Pablo vive para alimentar con versos el fuego que le consume. Ama y sufre la poesía.
Por eso "El corazón del rey" es más que su primer libro. Es la conjunción de una herida profunda, de una labor incesante y de un espíritu encendido. Son retazos de amistad, de dolor y de olvido.
MIGUEL BETTI