"¡Ándele ya, vicioso lector! ¡Déjese de preámbulos y sumérjase de una vez en Maldita lengua que no se arrepentirá! Mire que algunos placeres son tanto más genuinos e intensos cuanto inesperados. No sé qué me ha cautivado más, si la melancolía o la ironía, la ligereza o la profundidad, la ficción o la erudición de estos catorce capítulos aparentemente volanderos (escritos al vuelo de una memoria, quiero decir, como todas, caprichosa), pero obstinadamente implacables. No hay asunto en ellos cuya gravedad no sea extrema, actual y perenne. Maldita lengua: hablamos necesariamente de conflictos. Les dejo a solas con el minotauro"