Ya desde una fecha tan temprana como 1961, los situacionistas disciernen los primeros signos del vasto movimiento de contestación total que algunos años después iba a sobrecoger a las sociedades industriales más desarrolladas.
Para los situacionistas, si la revolución tiene alguna posibilidad ésta pasa por su relación con la vida cotidiana. La política debe dejar paso a una revolución permanente generalizada en todos los aspectos de la existencia: las viejas nociones de pobreza y riqueza, fundamentadas exclusivamente en el proceso económico, deberán sustituirse por un concepto nuevo que haga referencia a la plenitud y a la satisfacción del deseo. Las energías de la nueva revolución provienen del rechazo del aburrimiento y de la insignificancia en que la inmensa mayoría de la gente se ve obligada a vivir.
La "historia crítica" de Mario Perniola, escrita en 1972, restaura la dimensión procesual y colectiva de la aventura situacionista, atendiendo sobre todo a los 12 números de la revista como su obra concreta principal y sin eludir los claroscuros y los problemas de la experiencia.