Jerusalén, 1961. La gran pensadora alemana de origen judío, Hannah Arendt asiste, como cronista del semanario New Yorker, a las sesiones del controvertido proceso judicial contra el criminal de guerra nazi Adolf Eichmann, uno de los principales ejecutores de la denominada Solución Final consistente en la deportación y el exterminio masivo de los judíos en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.
Una vez que el proceso ha finalizado, le es concedido a Hannah Arendt un permiso para entrevistarse con Eichmann y reflexionar sobre el papel del teniente coronel de las Waffen SS en el Holocausto. En ese cara a cara (¿sueño o realidad?) Hannah Arendt y Adolf Eichmann discutirán, junto a otros importantes personajes (Scholem, Heidegger,etc.) , sobre cuestiones tales como la culpabilidad y la responsabilidad de los criminales de guerra nazis y de la sociedad alemana, el nacionalsocialismo como totalitarismo, la cooperación de los dirigentes judíos en la ejecución del Holocausto, así como sobre la teoría de la gran pensadora acerca de "la banalidad del mal", del que Eichmann, en palabras de Hannah Arendt, se erigió en máximo exponente, al calificarlo como burócrata de la muerte.