Las paredes oyen es una expresión procedente de la Francia de la segunda mitad del siglo XVI. Según cuenta la historia, Catalina de Médicis hizo construir conductos acústicos en las paredes de sus palacios, para oír lo que se hablaba en las otras habitaciones y así saber si se conspiraba en su contra. Esta pieza homónima de Juan Ruiz de Alarcón cuestiona la mentira patológica y la maledicencia compulsiva del personaje de Don Mendo, quien para conquistar a Ana pretende injuriarla. Mientras, el virtuoso Don Juan en quien algunos han visto al propio autor, observa despechado los acontecimientos. Las paredes oyen tiene un trasfondo astrológico. Los planetas y signos evocados en el texto marcan un entorno mitológico y celestial regido por la Fortuna.
El discreto y devoto Don Juan de Mendoza, un alter ego del autor, pretende a doña Ana de Contreras. Don Juan es un hombre tenaz y contrahecho y siente por doña Ana un amor puro, con profundas raíces, enfrentado la retórica y las artes seductoras de Don Mendo, movido por el deseo. Al final de la pieza Don Juan triunfa sobre su rival. Y Ruiz de Alarcón construye una comedia de enredos, con ironía.