Santo Tomás de Villanueva, arzobispo de Valencia, fue una figura destacada en un momento histórico de cambios estructurales. Bullen en todos los ámbitos (culturales, políticos y religiosos) ansias de renovación. Brotan movimientos reformistas de todos los signos. A la escisión luterana, se añade la amenaza turca, y la decadencia de costumbres toca fondo. El presente libro subraya el papel de Santo Tomás de Villanueva en esta encrucijada. No tuvo escrúpulos en denunciar sus males, al tiempo que mostró los remedios convenientes, comenzando por la archidiócesis valenciana. Mediante su arte oratoria sacudió la inercia y la pasividad de sus fieles, refrenó las malas costumbres clericales, advirtió los grandes peligros de las herejías, y alentó la unión frente al turco... Conjunta fe y vida, nada predica que no sienta. La Biblia es su herramienta principal, San Agustín el maestro guía y su hilo conductor, como un cordón umbilical, el fervor mariano. Adorna su exposición variados recursos estéticos (sabores, aromas, ritmos, colorido, ...) y otros resortes íntimos que le sirven de desahogo. María, bajo el eminente título de Madre de Dios, está siempre presente, y el Ave María en los labios, se introduce suavemente en las conciencias. Aquí se analiza la figura de María plenamente integrada en el plan salvífico. En su conjunto llega a trabarse una teología mariana de muchos quilates, que le convierten en un aventajado teólogo español y de la 'Escuela Agustiniana'. Con la intención de resaltar mejor su aportación, se contrastan los resultados con otras tendencias más actuales.