Bratislava es una bella e histórica ciudad que despertó del socialismo y, casi sin tiempo a reaccionar, se vio convertida en capital de un joven país, Eslovaquia. Dinámica y emprendedora, la ciudad vive un momento crucial que hace que se construya y se reconstruya constantemente. Aún así, conserva un centro histórico pleno de encanto, pequeño y recogido, con calles de adoquines y viejas casonas que testimonian un pasado de esplendor. En la colina de su suntuoso castillo (el Hrad), Bratislava comenzó a escribir su historia y hoy desde allí se obtienen las mejores vistas de la ciudad y del Danubio, ese río capaz de realzar todo lo que baña. La ciudad nueva también tiene su encanto, desde los palacios erigidos por la aristocracia húngara, hasta la pragmática arquitectura socialista, que en esta ciudad ha dejado algunos retos audaces y originales. Para bien y para mal, Bratislava parece lanzada a recuperar el tiempo perdido, y aun así la ciudad conserva en muchos rincones esa calma típicamente eslava, que invita a disfrutar de la vida junto a un buen vaso de cerveza.