El acercamiento a la narrativa antiesclavista cubana de la época colonial ha sido tradicionalmente tratado desde la alteridad dicotómica que, aparentemente, plantea la representación del "otro" esclavo desde la posición del intelectual criollo. Lejos de esta consideración, Ilia Casanova-Marengo muestra los textos más característicos de esta narrativa como producto de los múltiples entrecruces de poder en los que se debatía el sujeto intelectual cubano. Tal situación se caracteriza
por la posición del intelectual criollo, que produce sus textos para consumo de un público en su mayoría británico. De esta forma, la posición mediadora del letrado criollo entre esclavos cubanos / poder inglés se convierte en un discurso de complejas y problemáticas confluencias que apuntan a la escisión de la Cuba colonial. Esta mediación permite al sujeto criollo la articulación de estrategias de resistencia que retan al orden colonial español, a la vez que infiltran su forma de pensar y sentir a la incipiente nacionalidad cubana desfasada de la centralidad metropolitana.
Tales estrategias se plasman mediante rupturas tales como la interrupción abrupta del discurso narrativo o la incoherencia descriptiva, que el narrador utiliza para insertar su voz en la rigidez del sistema colonial metropolitano, tal y como se presenta en las obras Autobiografía de un esclavo (1840) de Juan Francisco Manzano, Sab (1841) de Gertrudis Gómez de Avellaneda y Cecilia Valdés (1882) de Cirilo Villaverde, analizadas en este volumen.