Sexo, drogas y poder. Tres palabras que componen su ADN y que le hicieron millonario. Harold Robbins (1916-1997) decía haber experimentado todos los vicios que describe en sus libros. Decía también que era el mejor haciendo su trabajo, aunque se confesaba admirador de John Steinbeck, James T. Farrell o Irving Wallace. Su capacidad de inventiva le llevó incluso a construir un relato ficticio de su propia vida: aseguraba compartir identidad con Francis Kane, el protagonista de su primera obra, No amarás a un extraño (1948). La escribió para ganar una apuesta: trabajaba en las oficinas de Universal Studios en Nueva York y quiso demostrar que era capaz de escribir una novela que superara las que pasaban por sus manos. Cincuenta años de carrera y 750 millones de ejemplares vendidos de sus más de 20 títulos le dieron la razón.
El éxito de sus historias llegó hasta la gran pantalla. Muchas de sus novelas han tenido versión cinematográfica, como Los insaciables, El precio del placer o Un guijarro para Danny Fisher (1952), su obra más valorada.
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