En un arranque que coquetea con el fantástico, Quevedo establece en La hora de todos que la diosa Fortuna decide dar a cada persona lo que merece. El caos y la confusión que se establecen a continuación en un mundo que por fin es justo obliga a intervenir al padre de los dioses. La obra se articula en capítulos cortos donde brilla la acidez y la sátira tan emblemática de Francisco de Quevedo.-