"Soy un viejo tranquilo, sin embargo de joven era muy inquieto. Sentía la necesidad de experimentarlo todo. Cuando conocía una cosa bien, pasaba a otra distinta. Desechaba el juguete y buscaba destripar otro. Así que allá por 1913, con dieciocho años, me enrolé como grumete en uno de los pocos cargueros que se acercaban por Oahu y durante años recorrí el mar; después, la tierra; y, ahora, a mis ochenta y cinco años, mi último juguete, el cielo…"
Así da comienzo esta historia: las aventuras de un carismático anciano que buscó el placer en la juventud, afrontó después el deber de la familia y en la senectud diserta acerca de la existencia de Dios y su concepción particular del cristianismo, expresando ideas polémicas tanto para los creyentes como para los que no lo son.