Desde finales de la década de los setenta, el nuevo cómic español constituyó un dinámico espacio de circulación de imágenes y relatos, escenarios y personajes, estilos y tradiciones. Populares revistas como El Víbora, Cairo, Rambla, Madriz y muchas otras ofrecieron alternativas a las versiones oficiales del país, tanto a la España del franquismo, vieja y anclada en el pasado, como a la joven España, despreocupada y despolitizada, promovida desde el Estado en los primeros años ochenta y asumida por buena parte de la producción cultural de esos años. El campo de la historieta, con sus diversas y conflictivas tomas de posición estéticas y políticas, proporciona un material imprescindible para analizar fenómenos clave de ese período como el desencanto o la movida madrileña desde nuevas perspectivas. Los cómics comentan y critican el mundo cultural a partir de abundantes crónicas caricaturescas, que se detienen en temas como la identificación de "modernidad" y "moda", el peso del imaginario mediático o la radicalización del consumismo. Imágenes del desencanto analiza al cómic desde una perspectiva amplia, que tiene en cuenta materiales culturales muy diversos —música, pintura, cine, literatura, publicidad, etc.— y sitúa a este medio de expresión en el centro de la crítica cultural de la transición española.