El divino cazador es uno de los autos sacramentales de Calderón de la Barca y fue representado en 1642 por la compañía de Antonio de Prado. La presente versión de El divino cazador proviene de un manuscrito autógrafo al que le falta el final. En este auto sacramental Cristo es el cazador divino, enfrentado a la Culpa, que aquí encarna la forma de una fiera.
El texto de la presente edición conserva la ortografía de la época.