La aventura de la vida se nos presenta cada día en el momento de ofrecer el primer pestañeo al despuntar del amanecer, tan sólo para recordarnos que el hoy que tenemos por delante lo deberíamos disfrutar como si no hubiese un mañana, como si el presente fuese el último, así que de nosotros depende de cómo y con qué vayamos a descansar cuando la oscuridad de la noche nos envuelva de nuevo.
Son muchas las historias que acarreamos en nuestras mochilas emocionales, culturales y sentimentales, pues en el transcurso de nuestra experiencia acumulamos aprendizajes que, a veces, nos cuesta una vida aprender.
Echando una ojeada a nuestro interior podemos ser capaces de averiguar y sentir lo que ocurre precisamente ahí dentro, pero para eso hay que dotarse de una gran dosis de valentía, pues hay cosas que no gusta descubrir.
Basta con escuchar a nuestro corazón, ese amigo inseparable que siempre nos acompaña y que, por muchas trabas que se le ponga, nunca nos va a fallar, ¡claro cómo nos vamos a engañar a nosotros mismos!, otra es que le queramos hacer caso, pero eso es otro tema.
Paco Morales