¿Qué voy a ser? ¿Voy a ser feliz en el amor? ¿En mi trabajo? ¿Cuándo y cómo voy a morir? ¿Y en lo que respecta al futuro de los que amo? ¿De mi país? ¿De la humanidad? ¿Del planeta?
A todas estas preguntas, los hombres han buscado durante mucho tiempo –y todavía buscan– respuestas en técnicas de eficacia incierta (estrellas, tarot, quiromancia...). Hoy en día, en un mundo cada vez más interdependiente, ordenadores ultraeficientes parecen a punto de ser realmente capaces de predecir nuestro destino. Al anticipar nuestro comportamiento en muchas áreas, están amenazando con establecer una dictadura de la predicción en beneficio de unos pocos poderes. Porque conocer el futuro siempre ha sido un instrumento de poder.
Por mi parte, no quiero creer que nuestra libertad se pierda definitivamente. Al contrario, me parece posible predecir el propio futuro. No para someterse a él, sino para decidir el curso de la propia vida. Para estar en la vanguardia de uno mismo.
Le entrego aquí mi método, hecho de razón e intuición, para ayudar a descifrar cuál será su destino, nuestro destino. "Sí, prever el futuro es peligroso, ya que uno se arriesga a ver en él la necesidad de realizar actos exigentes que cualquiera preferiría eludir.