Llegando al final de sus días, internado en una clínica de cuidados paliativos, un hombre se pone a pensar en las vidas que pudo haber vivido. Sus relatos no llevan el signo del arrepentimiento o de una nostalgia fingida. En cambio él nos regala una especie de festín literario, porque esas posibilidades toman voz y se entremezclan con el recuerdo de las personas que compartieron ruta con nuestro protagonista. A su vez aparecen anécdotas imperdibles, contadas por la otra gente del hospital que ahora es su casa, y todo se anuda en una trama interior muy particular.-