El pecado es el eje de tres episodios de transgresión que conmueven la Venezuela de finales del siglo XVIII. Sus protagonistas pertenecen a la aristocracia criolla, son "padres de familia", esto es, criaturas predilectas del establecimiento proyectado por Dios para gobernar las tierras allende los mares.
El primero es el Br. Andrés de Tovar y Bañes, párroco de Cúpira, acusado de amancebamiento público y notorio con una mujer casada. El segundo es don Juan Vicente Bolívar, teniente de Justicia Mayor de San Mateo, "mozo, poderoso, voluntarioso y con valimiento" a quien se le imputan cargos de evidente promiscuidad y de imponer torcidos medios para lograr el favor de sus víctimas. Y el tercero es Fray Joaquín de Castilloveytía de la rigurosa Orden de San Francisco, tachado de "falta nefanda": crimen de sodomía.
Estos tres casos permiten al autor, conocido historiador de mentalidades, una lectura medular de la sociedad estamentaria de la pre-independencia. En forma amena queda revelado el papel de la Iglesia, la importancia de los signos exteriores y costumbres ceremoniales, y en suma, la relación entre el poder y la justicia.