Los cálices vacíos es el libro que le valió la consagración a Delmira Agustini. Publicado en 1913, todavía asombra por la claridad y vuelo imaginativo de sus versos. Es todo un canto a la pasión erótica. Pocas veces alguien escribió con esa devoción sobre el cuerpo que se inclina sobre otro cuerpo. Pocas veces se hablaba en aquella época de la noche y la cama como los lugares de tantas ensoñaciones celestiales y carnales a la vez, y ciertamente casi nadie hubiese esperado que lo hiciera una muchacha latinoamericana.-