Pescando botas —siempre desde la sensibilidad— propone un viaje histórico que discurre por cercanas épocas pretéritas y variopintos lugares del continente europeo; y lo hace sirviéndose de veintisiete escenas que, aunque caracterizadas por un bienestar casi costumbrista que mulle cualquier emoción, se pincelan también con barnices cómicos o dramáticos, filosóficos y psicológicos. Así el lector puede hallar en su interior desde un sospechoso vendedor, descendiente de vikingos, que surge de los cielos con su globo Montgolfier, hasta una pequeña niña alsaciana a la que se la debe santiguar doblemente para corregir su malicia, o, incluso, un parisino tan tímido que imita las cabriolas de los contorsionistas circenses para ocultarse de sus congéneres tras los elementos.