Todo es ficticio excepto los personajes que existen o han existido y ciertos hechos reales publicados en la prensa.
Se advierte que la novela no habla de curas o de iglesias sino de las peripecias de un filósofo gatuno que no se cansa de observar las andanzas del humano con el que cohabita, un apuesto e inteligente cura que usa perfume francés, mezcla de lavanda, vainilla, almizcle y ámbar. Luego, el gato se convierte en el protagonista y narrador, en primera persona, de una laberíntica intriga donde se dan cita el crimen, el humor, el suspense y un compendio de reflexiones sobre el comportamiento humano y la extraordinaria naturaleza de los gatos.