En 1840, en Londres, la por entonces ciudad más grande del mundo, un hombre convaleciente y con fuerzas renovadas luego de una larga enfermedad, sentado frente al ventanal de un café, ve pasar la multitud de peatones. Tras una observación minuciosa y detallista de los transeúntes, el rostro de un hombre con una peculiar expresión acaparó toda su atención por su absoluta singularidad. Así se desenvuelve la historia en la que el narrador, guiado por un gran instinto de curiosidad, persigue durante dos días seguidos a este hombre, con la póstuma sospecha de que se trata de un terrible criminal. La persecución pasea al narrador por lugares inusuales y extraños, con un clima contante de misterio y suspenso.-