En esta memoria leída en el Ateneo de Madrid la noche del 1° de diciembre de 1884 Fernández Shaw elogia, plantado desde su condición de literato, la capacidad de las ciencias para lograr progresos y develar verdades que se pueden abrazar, eventualmente, con las verdades del arte. Porque para el dramaturgo el arte no es simplemente un juego, ni es cuestión de efectos imaginarios, y dirá con Guyau que la utilidad reviste cierta belleza.Colocado en una época de grandes transformaciones científicas, Férnandez Shaw intuye que se abre un espacio para una nueva poesía materialista, entre otras posibles. Con este discurso desarrolla esa intuición.-