A simple vista podría parecer que los amigos Mosqueteros, esos entrañables protagonistas de aventuras que popularizaron en el mundo entero su "Uno para todos y todos para uno", han abandonado la espada y se han instalado en la comodidad de sus vidas tranquilas y provincianas. Han pasado más de 2 décadas desde que un día se conocieran en Paris, ahora es otra la madurez con la que pasan los días y sus vidas, y ya cumplida la cuarentena, se han dispersado y cada uno de ellos sirve en unbando distintos: unos (entre ellos D'Artagnán), a Mazarino, el cardenal representado como un ser astuto, rastrero, falso y calculador; los otros, a los sublevados de La Fronda. Pero algo está a punto de ocurrir que alterará el rumbo de su cotidiana tranquilidad..."El cardenal examinó por un momento aquella cabeza de hombre inteligente, y aquel rostro cuya extremada movilidad había cambiado con los años y la experiencia; pero Artagnan sostuvo el examen como quien ya ha sido sondeado en otro tiempo por ojos más perspicaces que los que entonces le miraban.––Caballero ––dijo el cardenal––, vais a venir conmigo, o mejor dicho, yo voy a ir con vos.––Estoy a vuestras órdenes, señor –– respondió Artagnan."D'Artagnan, su capitán, el hombre que todavía sufre el luto por la muerte de su amada Constanza, accede a reunir a la vieja cuadrilla para viajar a Inglaterra y salvar al rey Carlos, porque, como Dumas pone de manifiesto una vez más aquí, la lealtad (a los amigos y al partido, pero sobre todo, al código del honor en un mundo caótico) es la fuerza que rige el destino y el tema principal de sus historias de aventuras.
Esta es una novela llena de acción, diálogos ingeniosos y sorprendentes giros en la trama que mantienen la atención del lector como pocos han sabido hacerlo. Ha inspirado, en mayor o menor medida, varias películas, entre las que se encuentran "Los Mosqueteros veinte años después" (del director ruso Georgi Yungvald-Khilkevich), o "El retorno de los 3 mosqueteros", dirigida por Richard Lester.-