Asistir al nacimiento del rock, ir a los años cincuenta, es materialmente ilusorio, pero aproximarse virtualmente es posible. La América de 1950 o 1960 está desaparecida. Los restos que quedan de aquellas décadas (fotografías, vídeos, carteles, electrodomésticos, carátulas, portadas, etcétera) son numerosos y su examen nos permite hacernos una idea, conmovernos con lo vivido por los jóvenes de aquel tiempo.
En Young Americans. La cultura del rock (1951-1965) contamos una historia: los reclamos de una sociedad de consumo; la publicidad de un capitalismo doméstico. Pero también detallamos una rebeldía, la oposición de los jóvenes, el malestar de unos muchachos que hicieron del rock su afirmación. Estamos en la Norteamérica colorista y glamourosa de John F. Kennedy. Estamos en una sociedad que hace del derroche y de la juventud su gloria. ¿Por qué se oponen los adolescentes al bienestar material? Este ensayo es una aproximación a aquel mundo, no su exhumación. No obramos como eruditos y, por tanto, dejamos deliberadamente cosas sin tratar. Nos permitirán estos caprichos, ¿no?
En este libro mostramos y sugerimos, exponemos y revelamos: lo que fue portada tapó a la vez la discriminación, la pobreza, lo feo, lo viejo. Estados Unidos emprendía una carrera espacial que era al tiempo un torneo político, un certamen atómico. La televisión recreaba y multiplicaba las posibilidades de aquella sociedad. La música retenía y difundía. El rock no sólo era sexo. Era deseo, expectativa, mezcla y porvenir. Los jóvenes lo querían todo y lo esperaban todo. Únicamente faltaba su cumplimiento.